Algunas implicaciones del paradigma utilidad en la disciplina contable


Dr. Jorge Tua Pereda
1. INTRODUCCIÓN
Durante la década de los sesenta, nuestra disciplina experimentó un drástico cambio en sus planteamientos, como consecuencia del surgimiento del paradigma de utilidad, que orienta el contenido de los estados financieros a las necesidades del usuario, asumiendo que su principal requerimiento es el apoyo informativo adecuado a la toma de decisiones.

Este paradigma actual, no se trata ya tanto de medir en abstracto unos hechos pasados, en búsqueda de un concepto único y autosuficiente de verdad económica, como de medir e informar con una finalidad concreta; la toma de decisiones. Con ello el criterio de utilidad para el usuario constituye actualmente el punto de partida para la determinación de las reglas contables y, en consecuencia, para el establecimiento del contenido de los estados financieros.
El cambio de paradigma y la consiguiente adopción de puntos de vista utilitaristas ha transformado radicalmente en las últimas décadas la faz de nuestra disciplina, desde sus planteamientos epistemológicos hasta sus realizaciones prácticas, pasando por los métodos con que se abordan sus construcciones metodológicas.
Este artículo pretende esbozar los rasgos esenciales del paradigma de utilidad y, además, pasar breve revista a algunas de las consecuencias e implicaciones del mismo, tales como:
* La progresiva ampliación del concepto de usuario de la información financiera.
* La búsqueda y discusión, promovida por esta óptica utilitarista, de los objetivos y requisitos de la información financiera.
* Su incidencia en la cantidad de información suministrada o, al menos, requerida a la empresa y en consecuencia, en los nuevos ámbitos de la regulación contable.
* Su influencia en la evolución de la epistemología contable.
* Y, finalmente, su incidencia en el desarrollo de la investigación empírica en nuestra disciplina.
2. REGISTRO Y MEDICIÓN ECONÓMICA DEL BENEFICIO VERSUS UTILIDAD DE LAS CIFRAS CONTABLES
En síntesis, las últimas décadas han presenciado una clara evolución en el enfoque de los propósitos y objetivos de los estados financieros, al sustituirse o, al menos, complementarse el objetivo “medición del beneficio” por el de “suministro de información útil al usuario”.
En efecto, en el desarrollo de la teoría contable pueden apreciarse, en cuanto al propósito atribuido y atribuible a nuestra disciplina, varias fases o etapas, calificadas en ocasiones, no sin razón, como programas de investigación y que, sucesivamente, consideran que tal propósito es el registro con una finalidad legalista, la medición del beneficio y de la situación patrimonial, bajo una óptica económica y, finalmente, el suministro de información al usuario, útil para la toma de decisiones.
Tras una primera etapa, en que, con finalidad eminentemente legalista, la Contabilidad se orienta esencialmente hacia la función de registro, con la única misión, todavía muy limitada, de dar cuenta al propietario de su situación, este propósito se sustituye paulatinamente -según Cañibano (1975) a partir, aproximadamente, de la I Guerra Mundial- por un enfoque en el que prevalece la visión económica y, con ello, la vinculación de la información contable al conocimiento de la realidad económica.
La Contabilidad en esta segunda etapa persigue la búsqueda- y registro- de una verdad única, el cálculo del beneficio y de la situación patrimonial, sin importar quien la recibe y por qué. Nuestra disciplina, en este período, buscó y tomó conceptos fundamentalmente basados en la Teoría Económica y en la Microeconomía, suponiendo que, de este modo, se facilitaría aquel cálculo y, por ende, la eficiente distribución de recursos; con ello, los autores que han militado bajo este paradigma se referían a la búsqueda de la verdad, más que a la noción de utilidad.
Tres son, en esencia, los rasgos distintivos del enfoque o paradigma del cálculo del beneficio, que también puede denominarse enfoque deductivo-normativo:
* La utilización del método deductivo, con enfoques preferentemente normativos, en la formalización de nuestra disciplina o, al menos, en la obtención de reglas para la práctica.
* La búsqueda de esta verdad se apoya en conceptos eminentemente económicos de valor, renta y riqueza, construyendo por lo general importantes teorías valorativas que con frecuencia se apartan de los criterios tradicionales basados en el coste histórico.
La utilización del concepto de verdad, por encima del de utilidad, con lo que se produce la búsqueda de una verdad contable única, es decir, de la mejor medición y representación posible de la situación patrimonial y del beneficio, independientemente de quien recibe la información, sin apenas considerar, por tanto, la posible incidencia en los sistemas contables de un conjunto dispar de objetivos, originados por la existencia de diferentes tipos de usuarios.
Bajo este paradigma, la investigación empírica era poco necesaria, se avanzó más en la regulación que en la innovación y en este período, especialmente en sus postrimerías, floreció la investigación a priori, cuyas últimas consecuencias, aparte de los intentos de indagar sobre la mejor manera de medir la renta y la situación económica, desembocaron en los criterios utilitaristas típicos de la tercera -y, hasta ahora, última- etapa.
3. EL PARADIGMA DE UTILIDAD
Tras el paradigma del beneficio normativo, el paso siguiente es la sustitución de la búsqueda de una verdad única por una verdad orientada al usuario, que pretende y persigue proporcionar la mayor utilidad posible en la toma do decisiones, con lo que los criterios tradicionales de verificabilidad y objetividad, sin dejar de ser importantes, dejan paso al de relevancia en el primer puesto de la escala de prioridades.
El cambio de enfoque estuvo tácitamente implícito durante, al menos, las tres décadas anteriores a la de los sesenta. Así, esta nueva orientación comienza a gestarse, según Hendricksen , en los últimos años de la década de los veinte y primeros de los treinta, en los que el cambio más importante en el pensamiento contable fue la modificación del objetivo de la Contabilidad de presentar información a la gerencia y a los acreedores, al de suministrar información financiera a los inversionistas y accionistas.
Fueron, en consecuencia, la Gran Depresión, así como la consiguiente reforma y reordenación organizativa y, especialmente, legal, acometida en los mercados de valores estadounidenses con motivo de aquella conmoción económica, los factores que hicieron que se establecieran las bases previas de lo que había de ser el punto da partida de la nueva etapa: la atención hacia los usuarios de la información financiera y sus necesidades de información.
Se trata, no obstante, tan sólo de un precedente, relativamente remoto, cuyas implicaciones últimas permanecieron larvadas y tardaron en aflorar ya que, ningún teórico contable estudió en profundidad durante esta etapa el significado operacional de la utilidad en los estados financieros, es decir, su cualidad de ser útil a los que toman decisiones. Aunque los teóricos de la escuela de la ganancia líquida y realizada mencionan esporádicamente las diversas clases de usuarios, otros autores estiman que tales referencias son de carácter superficial y pasan por alto que el uso de la información puede ser diferente según los distintos tipos de usuarios.
Aunque pudo estar implícito en algunas formulaciones, son varios los autores que atribuyen a Staubus (1 961) la condición de impulsor definitivo de esta concepción utilitarista cuando, en el indicado artículo, sienta sus bases, afirmando que “…al reconocer que los inversores constituyen el mayor grupo de usuarios del producto contable… rápidamente podemos llegar a la conclusión de que el principal objetivo de la Contabilidad es suministrar información económica, de carácter cuantitativo, que resulte útil en la toma de decisiones”.
De hecho, la evolución en el período 1961-1966 es decisiva, hasta el punto de que la formalización semántica de Mattessich (1966) recoge claramente el planteamiento utilitarista a través de la distinción entre las premisas básicas y los subrogados orientadores del sistema, que permite establecer un conjunto de hipótesis específicas adaptadas a un sistema concreto. La edición alemana de este trabajo recoge expresamente un supuesto básico orientador que encierra, en su formulación, una clara síntesis del paradigma de utilidad: existen unos objetivos específicos o necesidades de información dadas, que deben ser cubiertas por un sistema contable concreto; la elección de reglas contables (hipótesis específicas) depende del propósito o necesidad señalados.
La American Accounting Association tuvo un importante papel en esta evolución hacia el paradigma de utilidad, con sus revisiones periódicas del estado de la teoría contable y, en especial, con A Statement of Basic Accounting Theory, la correspondiente a 1966, en la que se defino la Contabilidad como el proceso de identificar, medir y comunicar la información económica, que permite juicios y decisiones informados a sus usuarios.
Bajo esta óptica, los objetivos de la Contabilidad consisten para la Asociación en suministrar información para una amplia gama de propósitos, entre los que se encuentran la toma de decisiones relativas al uso de recursos limitados, incluida la identificación de las áreas cruciales de decisión y la determinación de objetivos y fines, así como la dirección y control efectivos de los recursos humanos y materiales de la organización, junto con la evaluación y control de la utilización de los recursos confiados a la entidad y facilitar !as funciones y controles sociales.
De este modo, el usuario se convierte en el determinante de la información a incluir en los estados financieros, cuyo contenido se establece a partir de los posibles requerimientos de sus destinatarios; objetivos de la información financiera y necesidades informativas de los usuarios constituyen, actualmente, el punto clave del itinerario deductivo que lleva a fijar las reglas con las que se confeccionan las cuentas anuales.
Por ello, Sterling, en expresiva frase que resume los planteamientos implícitos en el paradigma de utilidad, afirma que la elección entre lo información disponible debe solventarse con base en su utilidad para la toma de decisiones, de manera que la información más relevante es la que contiene un mayor potencial con respecto al suministro de datos necesarios para los modelos empleados por el decisor.
A la vista de esta evolución, quizás no resulte exagerado afirmar con Stoubus (1986, pág. 11 7), que ha disminuido el interés por la medición de la riqueza y de la renta, surgiendo en su lugar la preocupación por los usuarios y objetivos de la información financiera, ni concluir con Peasnel, que, en consecuencia, la determinación de la utilidad de los actuales y posibles elementos de los estados financieros ha sido la primera -e incluso, exclusiva- tarea de la investigación a priorí y empírica durante los últimos años.
4. ALGUNAS IMPLICACIONES DEL PARADIGMA DE UTILIDAD EN IA DISCIPLINA CONTABLE
De entre las numerosas consecuencias de esta transformación queremos referirnos, al menos, a las que nos parecen más importantes: la evolución del concepto de usuario de la información financiera, la discusión de sus objetivos y requisitos, el incremento de la información y los nuevos ámbitos de la regulación contable, los nuevos planteamientos epistemológicos con que se aborda la formalización de la Contabilidad como disciplina científica y, finalmente, el gran impulso experimentado por la investigación empírica.
Fuente:
LECTURAS DE TEORIA E INVESTIGACION CONTABLE
De Jorge Tua Pereda (Pág. 191 a 197)

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